Cuando era chica, en mi casa había varias piezas de plata que había hecho mi abuelo materno. Algunos cuencos, cajitas, bandejas y dijes, todo hecho a mano. Hoy en mi taller cuelga un retrato de mi abuelo, es una obra pirograbada en cuero que fue hecha por un artista cordobés, donde se lo ve trabajando en plata. Mi abuelo paterno también trabajaba en metal, hacía obras en hierro forjado y acero inoxidable. Ésta herencia familiar me influenció a seguir el camino de la joyería.
Mis primeros pasos en la joyería los hice a los 18 años en mi pueblo natal Villa General Belgrano en 1990. Empece con un artesano local que me enseñó a soldar, a engarzar y moldear el metal. Aprendí técnicas variadas de producción, como también todo lo que tiene que ver con la creación de un objeto para usar. Desde un principio me di cuenta que fluía con el metal y fue ahí donde descubrí mi vocación, pero sabía que había mucho por aprender y con ese sueño partí al mundo.
Empecé en Frankfurt, Alemania, trabajando en atención al público en la casa central de Christ Juwelliere und Uhrmacher, una cadena de joyería con sucursales en toda Alemania y Suiza. Al mismo tiempo asistía a seminarios donde aprendí a enhebrar collares de perlas y a armar las vidrieras de mostrador, ademas aprendí sobre las piedras preciosas y semipreciosas, conociendo sus características, sus propiedades y como trabajar con ellas. Estos conocimientos los sigo usando hoy en día y me ayudan a hacer bien mi trabajo. Después de un año en Alemania me mudé a Valenza, una ciudad en el norte de Italia donde se concentra la mayor parte de la manufactura de joyería italiana y donde pasé cuatro años adquiriendo conocimientos. De día trabajaba en un taller de fabricación de joyas para distintas empresas italianas de alcance global (como por ejemplo: Giorgio Visconti, Damiani, Recarlo, entre otras) y de noche estudiaba en el Instituto Superiore d´Arte ISA, haciendo modelación en cera y diseño de joyas. En 1998 regreso a Argentina a trabajar en la joyería Homero, Ciudad de Buenos Aires. Finalmente después de dos años me independizo, logrando diseñar y realizar mis propias joyas, naciendo así, TG joyas únicas.
Siempre me sentí atraída por la interacción con las personas y el mundo de las ventas. Esa pasión temprana me llevó a dedicarme profesionalmente al turismo, un sector que me ha permitido combinar dos de mis grandes intereses: el contacto humano y la oportunidad de compartir experiencias y propuestas que realmente conecten con las personas y enriquezcan sus vidas. Mi espíritu emprendedor siempre me ha llevado a explorar nuevas oportunidades y a apoyar proyectos cercanos a mi corazón.
Los años que viví en Alemania enriquecieron mi vida profesional y también me permitieron profundizar en la cultura europea y entender mejor los intereses y valores de las personas. Viajar y conocer diferentes culturas es una de mis grandes pasiones, y creo firmemente que cada lugar y cada persona tiene algo único que ofrecer.
Recientemente, he encontrado una nueva pasión en el mundo del e-commerce, un ámbito que representa un desafío emocionante para mí. Me motiva mucho en esta etapa la oportunidad de trabajar junto a mi gran amiga Tina, una diseñadora extraordinariamente talentosa.
Tina crea obras de arte únicas, piezas que merecen ser conocidas y admiradas más allá de las fronteras de nuestro país. Mi objetivo es contribuir a que su trabajo llegue a un público mas amplio, permitiendo que más personas descubran y aprecien su talento.